lunes, 15 de julio de 2019

De Leipzig a Colloto: Kurt Bauer

Hacía mucho que no compartía una nueva entrada en el blog. En los últimos meses he tenido varios viajes de trabajo y poco tiempo libre. Uno de esos viajes fue a Leipzig, la ciudad alemana que tantas veces aparece en la historia de la cerveza asturiana... 

Localización de Leipzig en el mapa de Alemania

En Leipzig aprendió Ramiro Pérez del Río a hacer la cerveza Gose que luego fabricaría en Luarca, en el primer cuarto del siglo XX, y allí nació y se formó Kurt Bauer, uno de los más importantes maestros cerveceros que tuvo El Águila Negra en Colloto.

Recorte de la entrevista a Kurt Bauer publicada en El Comercio el 2 de mayo de 1958

En la historia de la cerveza El Águila Negra tuvieron un papel importante tanto Kurt Bauer, apodado "el alemán", como su hijo Maxi, que también trabajó en la fábrica. Son muchas las personas que mencionan sus nombres cuando se habla de esta empresa.

Skyline  de los iconos más representativos de Leipzig

Aprovechando que hacía unos meses ya había encontrado en la hemeroteca la entrevista que le habían hecho a Kurt Bauer en 1958 y, teniendo en cuenta que apenas aparecía información sobre esta figura en los medios, el hecho de estar en Leipzig me pareció un buen momento para dedicarle esta entrada. Espero que os guste y que sirva de homenaje a este hombre, sin el que la historia de El Águila Negra no habría sido la que fue.

Logo de El Águila Negra en 1958, año de esta entrevista a Kurt Bauer

La entrevista que se transcribe literalmente a continuación fue publicada el 2 de mayo de 1958 en el diario asturiano El Comercio y el 21 de mayo de 1958 en el diario zamorano Imperio, con diferentes fotografías como único cambio.

DE LEIPZIG A COLLOTO. Un alemán que lleva veintisiete años fabricando cerveza para los españoles.

Cuaja la primavera en este Colloto que es todo campo, feliz aldeanía, sobre las copas leves y temblorosas de los árboles. Allá en la proa del monte Naranco, que parece avanzar hacia la llamada de Siero, quedan unas nubes bajas, medio huidas en la mancha oscura de los pinos. Suena ronca, apresurada, la sirena de una locomotora del "tren de Infiesto", que así llaman al ferrocarril de Santander los viejos y los niños. La voz de la máquina de vapor se mete, a oído abierto, por las naves y estancos de la Fábrica de Colloto. No hace falta decir más. La fábrica, en el pueblo, es la de cerveza. 

Vista de Colloto, con su fábrica de cerveza, hacia 1967

Nosotros charlamos ahora con un hombre de ojos grises, de manos seguras, seco en carnes. En sus gestos hay un habitual tono cordial, bondadoso, comprensivo. Kurt Bauer, técnico en cervezas, llegó aquí en un tiempo que a él se le antoja remoto: en el año 1931. Exactamente, el 16 de febrero.

- Hace veintisiete años-concreta Bauer-. Vine desde Leipzig, en la Sajonia. Había que cambiar de aires. Antes estuve en Colombia, también en una factoría cervecera.

- ¿Siempre se dedicó a esta especialidad?-preguntamos. 

- Oh, sí, sí, siempre. Aprendí el oficio en Leipzig cuando tenía menos de 20 años de edad.

Y Bauer apoya un brazo en la cocedora más cercana y, distraídamente, acaricia con la mano el cobre reluciente, tibio al calor de la cocción. Bauer se calla. Tira de él, en ese instante, la tierra, los morates color ceniza de la alta Sajonia, los ríos que son como tremendos tajos de plata, los valles de un verde claro, clarísimo y puro. La nostalgia y la técnica juegan entre el corazón y el cerebro.

Recorte de la entrevista a Kurt Bauer publicada en Imperio el 21 de mayo de 1958

- Oiga, Bauer: ¿la cerveza es tan buena como dicen?

El alemán se ríe y asiente:

- La cerveza nunca mata. Por el contrario, da salud. En mi tierra, la gente bebe mucha cerveza y, ya ve, allí hay longevidad, fortaleza y ancianos a montones.

Anuncio de El Águila Negra publicado en el Diario de Burgos el 14 de septiembre de 1904

Uno recuerda una frase del francés Pasteur: "La cerveza constituye un apoyo precioso a la alimentación racional e higiénica". Se la repetimos a Bauer y éste agrega:

- En Alemania, en todas las fábricas de cerveza tienen médicos en sus laboratorios. Yo he leído numerosos informes y, en cualquiera de ellos, se decían nuevas e interesantes ventajas de tipo higiénico. La cerveza, lo sabemos los alemanes por experiencia, limpia la sangre, estimula la acción gástrica y tranquiliza el sistema nervioso. Beba cerveza y no se preocupe, hombre.

Anuncio de El Águila Negra publicado entre 1958 y 1965

Bauer recorre a grandes pasos el departamento de cocción. Nuevo, totalmente nuevo. La instalación fue hecha por la firma Ziemann GmbH, de Ludwigsburg. 

- Gracias a este nuevo montaje -indica Bauer- seremos capaces de mantener el nivel adecuado de ventas.

Bauer entre dos camiones de la fábrica 

- ¿Qué diferencia sustancial existe entre la factoría de ayer y la de hoy?- decimos.

- Muy honda. Superamos la producción y mejoramos, a la vez, la calidad de las cervezas. Y todo ello a merced de tres cosas: al nuevo sistema de cocción, a la capacidad de las bodegas y permanencia del líquido en ellas y a los trenes de lavado, llenado y cierre, que nos aseguran una capacidad de 16000 botellas por hora. Una de las mayores de España... y de Europa, si me apura, amigo.

Diagrama del proceso de fabricación de cerveza de El Águila Negra. Foto de Luciano Rodríguez

Bauer nos lleva al departamento de pasteurización. En una pared se lee: Sander y Hansen, Copenhague. Continuamos. Pasamos por los depósitos de decantación o fermentación. Espuma de un gris perla. Espuma casi ocre desbordándose de los tanques.

Fábrica de El Águila Negra hacia 1960. Archivo personal

- Vamos a las bodegas- dice Bauer.

Por el camino, Kurt nos habla de Colloto, de sus vecinos, de la vida apacible que aquí encontró. 

- Bueno, la verdad, me casé al poco de llegar, en el año 1933. 

Y Kurt Bauer torna a su risa tierna y fresca.

- Tengo- agrega- tres hijos. Trabajan, que es lo interesante.

Estamos en las bodegas, de tanques de acero vitrificado. El frío muerde en la piel. Muy pocos grados sobre cero en el ambiente. En el frontal de los enormes depósitos canta su fabril victoria una marca alemana: Scwimer Einsenwerk. Por encima cruzan la instalación gordos tubos cubiertos de hielo. Huele a mojado campo de heno, a grato paisaje de bosque mientras millón y medio de litros se enfrían en las bodegas.

Salimos a la luz del día. El cielo azul y, hacia Mieres, el barroquismo de unas nubes en revoltijo. En el muelle de expediciones aparecen unos cuantos camiones. Sale, lentamente, un Pegaso de Chantada. Cargan cajas y botellas un G.M.C. de La Coruña, un Aclo de León, un Lancia de Zamora y un Man de Orense.

Camiones de El Águila Negra delante de la fábrica. Foto cedida por Manuel Alonso

Kurt Bauer nos mete en el tren de lavado, llenado y cierre. La Holstein y Kappert, de Dortmund, ha hecho un buen trabajo. 

- Así podemos despachar millares de botellas en un día. ¿Cómo beberá la gente tanta cerveza? - dice, casi en un monólogo, Kurt Bauer.

El eslogan de ORO Y ESPUMA PARA SU DELEITE se convierte en una realidad palpable, inmediata. Mientras los camiones cargan en el muelle interior de la factoría, diez o doce vagones del ferrocarril de "Los Económicos" reciben barriles y cajas con destino a las estaciones de toda España.

Caja de cervezas del Águila Negra. Foto de Raúl Palacio

Kurt Bauer define la operación de El Águila Negra: 

- La modernización total de la fábrica, realizada con la más nueva y completa maquinaria alemana nos coloca a la altura de las mejores instalaciones cerveceras de Europa. Se lo digo yo, que he visto como se trata a la cerveza en Munich, en Leipzig, en Dresden.

Sala de lavado, llenado y pasteurización de El Águila Negra. Archivo personal

Hay una tensión uniforme y eficaz en el ritmo de fabricación de la factoría. Los hombres se mueven, en su humano perfil, atentos a la máquina, compleja y sencilla a la vez. 

Kurt Bauer nos ofrece cerveza en jarras. Brindamos al estilo germano, como podían hacerlo unos estudiantes en Nuremberg, la de las fuentes ortegulanas, unos soldados acantonados en un cuartel de las cercanías del Paseo de Los Tilos o unos campesinos de la Baviera bucólica y sonora.

Colección de jarras de cerveza El Águila Negra. Foto de J.L. Prieto

Al otro lado, en pie de producción, trabajan a pleno rendimiento las cocedoras de cobre, las máquinas de pasteurización, los trenes de lavado y cierre. Y, abajo, en las bodegas, cobra vida esa cerveza que cierra contra la sed y pone un hilo de espuma en los labios rojos de una muchacha.

Cartel publicitario de 1955. Foto de Alfonso Fanjul

3 comentarios:

  1. Gracias por el trabajo realizado: es un honor oír hablar de mi abuelo y de su trabajo.

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  2. Gracias por volver a poner hoy está entrevista de mi abuelo! Es una gozada poder "leerle" de nuevo.

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