viernes, 13 de septiembre de 2019

¿Ya no puede haber "cervezas estrella"?

Me sorprende la reciente noticia de la victoria en los juzgados del grupo Damm, con la que legalmente se cierra el paso a nuevas marcas "Estrella" en el sector cervecero, y no por la batalla legal despertada si no por el cambio histórico que se le da al símbolo de la estrella en el contexto de la fabricación de esta bebida.


La estrella de seis puntas que simbolizaba al gremio de los cerveceros desde la Edad Media ha pasado de ser un distintivo de calidad a un distintivo comercial reservado, según parece, solo a los actuales gigantes del sector... al menos en España.


En todo el mundo ha habido y hay múltiples marcas de cerveza con la palabra ESTRELLA en su nombre (Estrella de Galicia, Estrella de Levante, La Estrella Azul, Lone Star, La Estrella de Gijón, Stella Artois, Estrella Jalisco...) y/o con el símbolo de la estrella en su logo (Heineken, Samuel Adams, Sapporo, Newcastle...) y no parece que haya habido disputas por intentos de plagios por el hecho de "repetirse las estrellas". 


Para algunos resultará chocante, cuanto no menos curioso, que la querella legal parta de fabricantes que no fueron, ni de lejos, los primeros en utilizar "estrella" en el registro de su marca ya que, solo a nivel nacional, ya existían varias empresas más antiguas con ese nombre y ese anagrama. En Asturias, sin ir más lejos, sabemos de dos fábricas que iniciaron su actividad en el siglo XIX bajo esta denominación.


¿Nos están obligando a aceptar que los tiempos cambian y que lejos queda ya la época en la que, dentro de esa asociación de la estrella de David con la "alquimia cervecera", cada una de las seis puntas simbolizaba uno de los elementos necesarios para la correcta elaboración de la cerveza? Éstos eran el malteado, la cocción, la fermentación, el aire, el agua y el fuego (ni el lúpulo ni la levadura eran agentes conocidos a comienzos del medievo). Y así, todo viajero que recorría los caminos de Europa sabía que, establecimiento donde encontrase una estrella de seis puntas, encontraría buena cerveza. 


Tiempo después y, quizás, por desconocimiento del significado tradicional o simplemente por querer diferenciarse, lo anecdótico es que algunas marcas fueron adaptando "su estrella" a solo cinco puntas (como, por ejemplo, Damm, la demandante del caso que explico) o incluso a cinco estrellas (como Mahou Cinco Estrellas). 


Sin embargo, lo que vemos en 2019 es que el cambio viene porque no haya nuevos fabricantes bajo esta denominación, afectando también a aquellas marcas desaparecidas cuyo registro haya podido volver a adquirirse bajo nuevas razones sociales, ubicaciones y recetas... es decir, sin tener ya nada que ver con el producto original. 

Para algunos esta resolución es un ejemplo de que el pez grande se come al pequeño pero, para otros, no es más que una merecida diferenciación, en una era global en la que la imagen de marca supone un gran valor añadido para el producto. Igual habría que analizar individualmente cada caso para estudiar el grado de parecido de "cada Estrella". Al fin y al cabo, una marca es más que un nombre, es un diseño, unos colores, un tipo de letra... ¿Vosotros qué opináis? ¿Creéis que este hecho marca un antes y un después en el sector?